*Diario de campo II

Miércoles 9 de Mayo: Presentación del libro “Claves de la alfabetización digital” a cargo del coordinador Rafael Casado.

La clase de hoy ha estado dedicada casi en su totalidad al tema de la alfabetización digital. Rafael Casado nos ha presentado el libro que recoge las aportaciones de las primeras jornadas de alfabetización digital celebradas en Madrid en 2006. Nos ha reglado un ejemplar del libro a cada uno, aunque podéis encontrarlo colgado en la red.

La presentación ha consistido en la lectura del capítulo 5 del libro, el de las conclusiones, que recoge las 13 claves para la alfabetización digital. Las 13 claves son: el paradigma, la educación, el concepto, las personas, el diseño, la motivación, la sociedad, la administración pública, la educación formal, la educación no-formal, la empresa, el género y la inclusión. Podéis consultar qué exponen los autores del libro para cada uno de los puntos.

Muchos ya conocíamos el libro, pues al estar colgado en la red ya los habíamos consultado para explicar qué es alfabetización digital en nuestros blogs. Es por esto que lo más interesante ha sido poder hacer preguntas y dialogar, tras la presentación, con Rafael Casado.

Diario secreto de Malinowski
Me ha dado la impresión de que el discurso de Casado es bastante teórico y poco concreto, como el tema de la alfabetización digital. Se insiste hasta la saciedad en la necesidad de la alfabetización digital, en el potencial que tiene para promover el cambio social, la igualdad, la equidad, etc., pero siempre desde una visión poco cercana a las personas, que en teoría deberían estar pidiendo a gritos ser alfabetizadas, pero que en cambio no lo están haciendo. La alfabetización digital es una propuesta hecha desde las instituciones, las fundaciones privadas o las ONG's, que en su discurso me parece muy lejana y ajena a las necesidades de la gente.
Aunque ha sido difícil sacar a relucir cuestiones prácticas e incongruencias teóricas del discurso de Casado, pues siempre respondía en los mismos términos generales e idealizados (en mi opinión vacíos de contenido), finalmente se han planteado algunas cuestiones importantes y puntos débiles del discurso alfabetizador.


-Mª Jesús Buxó ha llamado la atención sobre la dificultad que supone para el avance de los proyectos de alfabetización digital estar esperando la colaboración de la Administración pública. Sabemos que el Estado español o la propia Generalitat de Catalunya son organismos caracterizados por su lentitud burocrática y su retraso respecto a otros países en temas de TICs. Buxó planteaba, quizá, un desarrollo de las propuestas alfabetizadoras al margen de la administración, posiblemente recurriendo a fundaciones o empresas privadas. No obstante, como ya he mencionado en otro sitio, la colaboración con empresas no es gratuita, evidentemente responde a los intereses económicos de la misma y supedita cualquier proyecto a las necesidades o exigencias de quien lo subvenciona.

-Casado ha explicado que es cierto que el Estado español sigue un modelo anticuado respecto a las inversiones en infraestructuras. Se invierte principalmente en infraestructuras materiales: carreteras, viviendas, etc. Pero se invierte muy poco en infraestructuras de conocimiento. Para él, debemos contribuir y exigir el cambio de modelo, demandar inversión en conocimiento. La sociedad de la información exige que se invierta en otros recursos e infraestructuras que no son materiales, sino ideas, conocimientos, ciencia...

-El profesor Bacterio ha hecho pensar a Casado en las incongruencias del discurso igualitario que promueve la alfabetización digital. Como en el desarrollo económico, la alfabetización de unos pocos, se produce gracias a que otros están trabajando y no tendrán acceso a ella. Pero además Bacterio ha destacado que la sociedad de la información es en sí misma una falacia, pues aunque se ponga más énfasis en las ideas y el conocimiento, siguen siendo necesarias las infraestructuras materiales y las tecnologías. La sociedad de la información puede trabajar de forma virtual o intercambiar conocimientos, pero siempre tendrá una base material: ordenadores e infraestructuras que se fabrican, cada vez más, fuera de “Occidente”, verdadera y única sede de la sociedad de la información. Los países productores, a donde se trasladan hoy todas las fábricas, permanecen ajenos a esta “sociedad de la información”, concepto etnocéntrico y egocéntrico de una élite determinada concentrada en los países ricos.

-Otro de los temas que se ha planteado, ligado a los anteriores, ha sido el de la relación entre los telecentros y la rentabilidad económica. He preguntado a Casado si creía necesario que los telecentros fueran rentables económicamente, pues esto, en mi opinión, chocaba con la filosofía “altruista” y educativa de la alfabetización. Me ha quedado claro que esto no es una contradicción para el discurso de la alfabetización digital, es más, es uno de sus objetivos. La propuesta consiste en dar rentabilidad a los centros para que la administración se interese y destine presupuesto y apoyo a los mismos. La relación entre empresas y telecentros o entre la Universidad y las empresas ha sido manifestada por Casado como algo positivo y necesario para el progreso y el avance de la alfabetización y la integración de las TICs en la vida social. Cuando ha quedado en evidencia que la formación de las personas y el aprendizaje no son rentables económicamente y que las ganancias que proporciona el aprendizaje y el trabajo conjunto con tecnologías no son cuantificables en términos económicos, Casado ha abogado por la combinación de ambas cosas.

A mi todo esto me huele chamusquina. Seguro que hay proyectos estupendos y personas trabajando con otras personas en estas cuestiones y a las que no les importa todo este debate, cómo se desarrollen los telecentros, o de donde venga el dinero para mantenerlos. Pero a mi me parece algo importante, porque cuando algo se promueve con tanta insistencia es porque existe algún interés. El Estado español se caracteriza, en gran medida, por la red asistencial que dirigen las ONGs y las fundaciones privadas subvencionadas por el Estado para hacerse cargo de cuestiones sociales que el propio Estado no atiende, o mejor dicho, que relega en ellas. Yo creo que la red de telecentros persigue situarse en esa línea fronteriza entre el Estado y las instituciones privadas, para beneficiarse de ambas y dar así continuidad a su proyecto. Es lo que se desprende de lo que hemos abordado hasta ahora y no digo que no sea algo legítimo, adelante cada uno con sus proyectos y su manera de llevarlos a cabo. Lo que creo es que debería hacerse explícito cuál es su sentido, y no esconderlo tras un lenguaje de solidaridad y casi de revolución social, cuando en realidad entra dentro de la estructura asistencial del Estado y sigue las mismas pautas organizativas y de funcionamiento que cualquier ONG, centro social o proyecto con financiación privada. No sé hasta que punto esta propuesta es distinta a otras y en este sentido no creo que vaya a contribuir más que otros proyectos a una sociedad más igualitaria, más justa o equitativa.

Más sobre estas cuestiones en el debate
¿Qué opináis de esto?

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