Profesionalización de la Antropología

No hay que olvidar que todo esto acaba relacionándose con la búsqueda de salidas profesionales para el antropólogo y con la defensa de la Antropología Aplicada como algo útil sino necesario. A partir sobre todo del proceso de Bologna en el que se exige a las Facultades y a las carreras que justifiquen su utilidad en términos profesionales y ante el peligro de desaparición de la carrera de Antropología han surgido todo tipo de propuestas para situar al antropólogo en el mercado laboral.

Antes de entrar en materia, es interesante que conozcaís una de las propuestas más innovadoras que se están llevando a cabo actualmente y que además tiene mucho que ver con las nuevas tecnologías. Es un documental de la CEEE, podeis descargarlo aquí.




Estupendo este documental!! Aquí sí que veo un futuro pormetedor para la Antropología! Y además muy rentable económicamente. V
olvamos al tema de la profesionalización de la Antropología:

La nueva economía del conocimiento o de la llamada sociedad de la información impulsa a las instituciones del conocimiento, la ciencia, y las universidades, a establecer relaciones con el mercado, la administración y las empresas. Buscando la productividad del conocimiento, y siguiendo los pasos de U.S.A., las Universidades europeas reconfiguran sus curriculums, reagrupan sus departamentos y definen sus especialidades para captar la atención de gobiernos y empresas y lograr así ser atractivas para la economía de mercado. La crisis fiscal de las Universidades en U.S.A. provocó toda una serie de cambios y adaptaciones en la Educación Superior para adaptarla a las lógicas y necesidades del mercado, a los retos de la nueva economía. Como veíamos en el CityLab, que siguiendo estas premisas quiere trabajar por la integración y colaboración de las empresas y la Universidad, como forma de garantizar la supervivencia de estas últimas y la productividad de las primeras. En este contexto, la Antropología también ha buscado sus vías (pues las ciencias sociales y las humanidades quedan al margen del proceso), que al no poder ser las de la innovación científica, han sido las de la mediación entre sociedad e institución científica, entre sociedad y Universidad o entre sociedad y empresas. En este nuevo entramado económico, con sus propias retóricas y lenguajes estéticos (participación, democracia, colaboración, innovación...), el antropólogo busca su hueco para no quedarse descolgado del mercado.

En este sentido me parece interesante ser conscientes de esta situación, para contrarrestar el otro punto de vista, que sitúa al antropólogo en este papel de mediación por una voluntad altruista o la implicación política con alguna causa. Aunque no dudo que esto pueda darse, la frase con la que se desmonta esta perspectiva es la de “Bueno… de algo tendremos que vivir”, o “yo me quiero ganar la vida con la antropología”, si de paso se contribuye a alguna causa, pues mejor que mejor, pero la cuestión es conseguir un empleo. Y para que la disciplina sobreviva, demostrar que es útil y puede contribuir a reactivar el mercado.
Si el conocimiento ya era algo reservado a una élite de académicos o personas que pudiendo costearse unos estudios superiores acababan ejerciendo dentro del propio sistema educativo, o a personas autodidáctas con tiempo libre. Ahora, el conocimiento ya no tiene valor por sí mismo, sino que debe demostrar tener una utilidad práctica que pueda medirse en términos económicos de beneficio. La Universidad deja de ser definitivamente un lugar de formación, difusión de ideas, diálogo y creación (si es que algún día lo fue), para convertirse en una jugadora más en el mercado económico competitivo


Antropología aplicada

En cuanto al peligro que yo veo en la llamada “Antropología aplicada”, implicada, altruista o para ganarse el pan, es las connotaciones que puede adoptar nuestro trabajo. Si el antropólogo realiza su investigación pagado por una empresa o por una institución, es muy probable que se vea obligado a seguir unas pautas concretas, sino directamente a defender una tesis prediseñada. En otras ocasiones puede tener mayor libertad, y mayor o menor poder de incidencia en la problemática que se le presenta. Al no promoverse la investigación por ampliar conocimientos y hacer análisis social, sino para determinar como intervenir en la sociedad o lo que llaman hacer “diseño cultural”, las investigaciones es muy probable que tiendan hacia un determinado interés o ideología.
Otro peligro asociado a este último y relacionado ya no sólo con la Antropología aplicada sino con la mera implicación política del antropólogo con aquello que estudia, es que puede perder la perspectiva de lo que está estudiando y dejarse seducir por las retóricas de los actores implicados, sobre todo con aquellas con las que se sienta más identificado. Evidentemente este es un peligro presente en cualquier investigación antropológica, pero se acrecienta cuando se realiza en aras de un proyecto de acción cultural o desarrollo local y más aun si se privilegia de manera insistente la voz de la ciudadanía, su participación, etc. El antropólogo debe escuchar a la población implicada, pero ésta no tiene una sola voz, sino muchas, que lo normal es que se opongan entre ellas. Y no sólo debe escuchar las voces de los múltiples implicados, también debe analizar los discursos, los intereses, el contexto histórico, social, económico y político. La gente que actúe y decida su futuro, las prácticas que quiere llevar a cabo y los proyectos que quiere desarrollar, pero el antropólogo que describa la realidad social más allá de esas prácticas.

En relación con esto, otra de las cuestiones clave en esta Antropología aplicada, sobre todo si hablamos de la metodología de la investigación-acción, es que entra en contradicción consigo misma: si el objetivo es que la población se autogestione, sea consciente de las problemáticas a las que se enfrenta y sea capaz de resolverlas por sí sola ¿Para qué es necesaria la figura del antropólogo? ¿La presencia de un investigador “experto” no comporta la idea previa de que en el lugar elegido hay una problemática a tratar? ¿o acaso hay interés en desarrollar un determinado proyecto antes de comenzar la investigación? ¿Quien establece la necesidad o la conveniencia de realizar una investigación-acción? ¿Hay demanda social de antropólogos?
En este sentido parece que se reafirma la idea de que el conocimiento esta en manos de la élite académica, que debe mediar con quienes no tienen acceso a este conocimiento, perpetuando las relaciones de poder.
En este caso, considero que el proceso participativo es que la propia gente se interese y se informe sobre lo que quiere gestionar o las problemáticas que quiere abordar según sus propias necesidades. Por eso yo creo que la antropología, en todo caso, debe trabajar para elaborar teorías, explicaciones, conceptos, para explicar procesos o situaciones y difundirlos, para que quienes necesiten de esos conocimientos puedan acceder a ellos, libremente, por voluntad propia, sin un mediador o impulsor paternalista. Por ello creo que es mejor no dotar al trabajo antropológico de una superioridad moral, de una mirada privilegiada sobre la realidad o una legitimidad de verdad última, sino plantear su trabajo como la creación y desarrollo de herramientas teóricas y conceptuales que contribuyan al saber, a la reflexión y a la acción de quienes quieran tomar iniciativas.

2 comentarios:

noticias dijo...

guaaa!! me encanta el blog, siempre encuentro temas muy interesantes

Anónimo dijo...

Encuentro dos supuestos en este artículo que no comparto y considero prejuicios: 1) que la búsqueda de utilidad para el conocimiento o un trabajo orientado a la intervención, a la acción implica necesariamente la pérdida de libertad del antropólogo y su puesta obligatoriamente al servicio alguna tesis predefinida, y 2) que la investigación-acción es intrínsecamente paternalista y contradictoria.
Mis argumentos contra estos supuestos resultaron demasiado extensos para un comentario, así es que los he pubicado en mi propio blog. Invito a Malinowsky y a los lectores a leerlos allí:
http://pablogrodriguez.blogspot.com.ar/2012/07/sobre-el-temor-academico-la.html