Selección patillera de una parte del trabajo de Norka Loginow loginoware@cantv.ne
Los destacados son míos. Podeís leerlo entero aquí.
Existe una manera de investigar científicamente, propia de las ciencias naturales, en donde el investigador como sujeto de la investigación aborda un aspecto de la realidad (objeto de la investigación) con el propósito de describir, interpretar establecer relación o explicar el fenómeno estudiado. Generalmente, cuando este tipo de investigación se aplica en el área social, el objeto de la investigación no tiene participación activa en el proceso ni en los resultados y solo puede llegar a conocer las conclusiones.
Sin restarle ni querer quitarle la importancia que tiene este tipo de investigación para la ciencia, alrededor de 1946, con Kurt Lewin surge una nueva manera de investigar donde la decisión de grupo y compromiso con la mejora es la base fundamental de este tipo de investigación; Se inician así cambios en la forma de investigar que nos llevan a finales de la década del 50 en América Latina a un movimiento de critica al "desarrollo de la comunidad" acompañado de un cuestionamiento ideológico y metodológico de la investigación social, comenzando a desarrollarse una nueva concepción que sin perder el carácter de cientificidad buscó mayor participación y apropiación del proceso y de los resultados por parte de la comunidad involucrada, a este tipo de investigación se le denomina Investigación-Acción–Participativa ( IAP) y posteriormente se le reconocerá como investigación Participativa (IP).
Siguiendo a Montero Maritza
Este movimiento social, donde se difunden ideas políticas y económicas, que generan una concepción nueva, donde se concibe al sujeto como un ser activo, responde a un movimiento en las ciencias sociales y humanas en general que, en América Latina a fines de la década del cincuenta había comenzado, a producir una sociología comprometida con las clases sociales económicamente más necesitadas.
La autora mencionada hace referencia a los trabajos del sociólogo Orlando Fals Borda (1959) en Colombia como un buen ejemplo de lo descrito, quien en su obra de esa época asentaba ya las bases para una praxis renovadora de las ciencias sociales y del rol de las investigaciones sociales. Igualmente la educación popular planteaba nuevas formas de intervención social, ya que como lo han señalado Freire (1974) y Barreiro (1974), entre otros, se trata de un proceso realizado con los miembros de un grupo, en función de sus intereses y necesidades, es decir, con sujetos activos que controlan las circunstancias de vida que les toca enfrentar en su contexto socio cultural.
Además de estos aspectos discutidos y tratados por diferentes autores Latinoamericanos, donde se le da relevancia a los intereses del grupo, en la investigación acción, también se generan cambios en como investigar. En este caso el investigador debe tener claro que no existe neutralidad científica, en el sentido del compromiso explícito que debe tener con los sujetos involucrados en la acción. La objetividad debe ser construida en una acción–reflexión critica, dirigida a que los sujetos de la acción, se apropien del conocimiento de su realidad, a través del análisis y el estudio de las transformaciones grupales y colectivas, que van teniendo lugar a lo largo del proceso donde el hombre se transforma y transforma su entorno.
Se ve así al sujeto de la investigación con capacidad de acción y poder transformador, no sólo en el ámbito grupal y colectivo, sino también del entorno social y material. Igualmente, con una capacidad para discernir, organizar, planificar procesos que favorezcan y se apoyen en formas de participación activa de las comunidades, en una perspectiva democrática y de autogestión.
La Investigación–Acción, no es sólo investigación, ni sólo Acción, implica la presencia real, concreta e interrelacionados de la Investigación y de la Acción e inmersa en esta ultima, la Participación, por lo tanto para investigar tiene que asumirse la reflexión como elemento esencial.
Participación, porque abarca un proceso de comunicación y retroalimentación perenne entre los sujetos de la investigación, donde la planificación, la toma de decisiones y la ejecución, forman parte de un compromiso colectivo o de grupo.
Es crítica, porque la práctica se somete a un análisis y discusión continua, entre los sujetos de la investigación, que conlleva a procesar e interpretar de manera más global el contexto social, promoviendo la búsqueda de opciones de cambio con base a los intereses colectivos.
El requerimiento de cualquier investigación, que quiera ser práctica y transformadora, es una acción crítica-reflexiva, se investiga para generar cambios y como plantea Montero Maritza (1999) "en función de un sujeto activo, que controla sus circunstancias de vida y el rumbo de su acción."
En correspondencia a lo tratado, no es posible concebir una investigación realizada sólo por expertos, sino con la participación de la comunidad involucrada en ella, haciendo investigación no al servicio de unos pocos (una clase privilegiada), sino "hacer investigación donde las comunidades asuman el control de las decisiones, de las situaciones que la afectan, que puede ser por ejemplo, de carácter sanitario, de vivienda, ambiental, de recuperación del espacio comunal, educativo o de recreación..."
Iniciando así, un proceso de crecimiento grupal, que incluye a los docentes como agentes externos, impulsando acciones en el cual las comunidades incentiven y exijan la participación de las instituciones públicas, pero no como rectoras de la acción sino escuchando las necesidades sentidas de estas para ser consideradas en la planificación y satisfacción de los servicios exigidos por la comunidad. En una relación más democrática y horizontal, con un uso más eficiente de los recursos del Estado, ya que estarán dirigidos a satisfacer necesidades reales y sentidas por la comunidad y no a realidades concebidas tras un escritorio, en una oficina alejada de las comunidades, muchas veces guiadas por intereses políticos y con la finalidad de hacer proselitismo político.
Siguiendo a José Raúl Rojas se dirá que la investigación y la ciencia deben estar al servicio de la colectividad; dirigidas a resolver sus problemas y necesidades y ayudar a planificar su vida. La participación en el proceso de investigación acción, no es una posibilidad que se da a la comunidad, sino hace realidad el derecho de todos a ser sujetos de historia, o sea, sujeto de los procesos específicos que cada grupo va llevando adelante. La meta es que la comunidad vaya siendo la auto gestora del proceso, apropiándose de él, y teniendo un control operativo (saber hacer), lógico (entender) y crítico (juzgar) de él.
Este enfoque implica un replanteamiento epistemológico, político, por tanto, metodológico, investigar desde una nueva óptica – desde una nueva perspectiva con y para la comunidad. Lo que implica en lo epistemológico, romper con el binomio clásico de sujeto y objeto de la investigación. Esto supone un cambio grande en las concepciones del trabajo científico, de la metodología y de la teoría misma.
Para realizar investigación Acción Crítica Reflexiva, la Comunidad, como se viene planteando, es el eje central, al respecto Castro María Clemencia (1993.) formula algunas consideraciones centrales sobre los procesos comunitarios. En primer lugar destaca la existencia de una terminología empleada comúnmente por quienes se vinculan al proceso comunitario. El uso común de términos tales como "comunidad", "participación de la comunidad", "desarrollo comunitario "metodología participativa", "investigación participativa" y aún las expresiones de "investigación acción" e "investigación acción participativa" suele hacer pensar que tienen igual significado para todos y, por lo mismo, de entrada tiende a suponerse la unidad en las concepciones, orientaciones e intereses y en las formas de acción. Lo cierto es que muchos de estos términos pueden tener distinta connotación reflejo de formas diferentes de concebir y asumir el trabajo comunitario.
También, señala la autora que, entre los miembros de una comunidad encontramos numerosos intereses, compartidos o no, que de hecho inciden en la dinámica comunitaria, en su cohesión, en sus posibilidades o no de desarrollo, lo fundamental es establecer cuál o cuáles de esos intereses es el orientador de la vida comunitaria o preferentemente aceptado por la mayoría.
Los vínculos comunitarios se fortalecen cuando a través de este proceso histórico, la cohesión como grupo se origina como consecuencia de la participación activa en la solución de sus problemas, este cambio permite consolidar el sentido de pertenencia, es decir, afianzar, a las personas como miembros inherentes de esa comunidad. De este modo, la comunidad y el sentido de pertenencia atienden a criterios, que se determinan por necesidades o requerimientos propios a la dinámica misma del grupo.
El reconocimiento, el sentido y la conciencia de pertenencia por parte de los mismos miembros son, para este caso esenciales para establecer sus necesidades sentidas y la organización en la solución de sus problemas particulares, que permitan a las comunidades profundizar en las causas determinantes de sus condiciones de vida y dentro de un modo de vida democrático generar transformaciones que incidan en su contexto.
Lo que interesa de manera especial es dinamizar la capacidad de la comunidad para asumir colectivamente y de manera autónoma, consciente, reflexiva y crítica el curso de su propio destino. Esta capacidad se logra mediante el fortalecimiento de los vínculos, a través de las interacciones concretas y de los avances en la transformación del mundo material y social.
2 comentarios:
Hola, me gustaría saber el nombre del libro o la bibliografia de donde sacaste la siguiente cita: "en función de un sujeto activo, que controla sus circunstancias de vida y el rumbo de su acción." Montero Maritza(1999.
Esa información la nesecito para una monografia que estoy realizando sobre IAP. Muchisimas gracias de antemano y disculpa la molestia.
gusalas@gmail.com
fe de errata: es NECESITO, no NESECITO. Eso fue un error de imprenta...
Gustavo Salas
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