Reflexiones de Georges Sorel

Para reflexionar sobre la Antropología Aplicada

Leyendo el libro de Georges Sorel: Reflexiones sobre la violencia, me han parecido interesantes algunas reflexiones sobre la labor del historiador y cómo enfrentarse a la investigación y la búsqueda de la verdad. Un libro interesante y recomendable que analiza el uso de la violencia por parte del proletariado, y que también reflexiona sobre cómo abordar el estudio de la misma.

En algunos momentos, Sorel parece estar criticando la antropología aplicada, o al menos, eso me ha sugerido a mi. Critica la labor de los expertos o estudiosos (de los profesionales burgueses de la inteligencia) que pretenden dirigir la vida social, ordenarla y estructurarla, pues considera que debe ser la gente de a pie la que decida y dirija su vida (en este caso, la revolución obrera) sin depender de teóricos o expertos para que guíen sus pasos.

El estudioso de la realidad social debe crear nociones, explicar la realidad aproximándose a la verdad, sin defender causas morales o políticas, sin hacer apologías y sin intentar imponer su visión. La labor del teórico debe ser siempre la de aportar argumentos críticos a los discursos dominantes, crear alternativas teóricas, cuestionar el status quo proporcionando herramientas nuevas.

En palabras de Sorel:

"...nuestra más vigorosa originalidad consiste en haber sostenido que el proletariado puede emanciparse sin necesidad de recurrir a las enseñanzas de los profesionales burgueses de la inteligencia. De ese modo nos hemos visto llevados a considerar esencial en los fenómenos contemporáneos lo que antaño era tenido por accesorio: lo verdaderamente educativo para un proletariado revolucionario que está realizando su aprendizaje en la lucha. Estimamos que no hemos de ejercer una influencia directa en esa tarea de formación.

Nuestra labor puede ser útil, a condición de que nos limitemos a negar el pensamiento burgués, a fin de poner en guardia al proletariado contra una invasión de las ideas o las costumbres de la clase enemiga.

Los hombres que han recibido eduación primaria tienen, por lo general, la superstición del libro, y con facilidad atribuyen características geniales a las personas que llaman mucho la atención en el mundo de la cultura; se imaginan que aprenderían muchas cosas de los autores cuyo nombre es citado con frecuencia y elogiosamente en los periódicos; escuchan con singular respeto los comentarios qyue les ofrecen los ganadores de premios. Combatir esos prejuicios no es cosa fácil, pero es una obra muy útil; juzgamos que ese empeño es de los más capital, y que podemos llevarle a buen fin sin apropiarnos nunca de la dirección del mundo obrero."

"El historiador no tiene por qué otorgar premios a la virtud, ni proponer proyectos de estatuas, ni establecer ningún catecismo; su misión es comprender lo que es menos individual en los acontecimientos (...)."


"Cuando no queremos contentarnos con deformes apreciaciones pergeñadas por el sentido común, forzoso seá seguir unos procedimientos totalmente opuestos a los de los sociólogos, que cobran reputación -entre los tontos- gracias a su insípida y confusa palabrería; pero es conveniente situarse resueltamente fuera de las aplicaciones inmediatas, y no tener más mira que la de elaborar nociones; hay que dejar de lado todas las preocupaciones gratas a los políticos."